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Infecciones intrahospitalarias, ¿quién da la cara?

Las infecciones intrahospitalarias son un problema de salud pública que afectan la vida económica y social y constituyen un desafío para las instituciones de salud y su personal médico.  Sus altas tasas de morbilidad y mortalidad han convertido el quehacer  hospitalario en una actividad de alto riesgo.

Adquirir infecciones en un hospital es una eventualidad más que esperada, dado el ir y venir del personal en los diferentes turnos, el manejo de material invasivo diverso como catéteres, sondas, así como la manipulación a cada momento de la administración de soluciones y medicamentos vía endovenosa.

Sin embargo, el hecho de que concurran diferentes factores condicionantes de una infección dentro del hospital no la justifican y los controles de calidad deberán reducir su tasa a los niveles mínimos tolerables en las instituciones de más prestigio.

Nos preguntamos, ¿quién da la cara cuando se presenta una infección hospitalaria?

Si bien es cierto que la institución debe velar por la desinfección de salas y quirófanos,  de la esterilización del instrumental y equipo,  también es cierto que el lavado de manos  y la manipulación del equipo e insumos corresponde directamente al personal.

Una infección en la herida quirúrgica en donde se cultiva estafilococo coagulasa negativo ( flora normal de la piel) se infiere necesariamente que se trata de una mala asepsia del ayudante o el cirujano que la realiza y se denomina de tipo exógeno. De manera similar ocurre con las infecciones urinarias provocadas por la instalación de sondas,  las bacteriemias por uso de catéteres endovenosos y las neumonías derivadas de la utilización de respiradores.

Las infecciones de tipo endógeno son aquellas en donde se demuestra la propia flora bacteriana del paciente y en las que difícilmente se puede establecer la responsabilidad del personal o la institución.

Demostrar que se obró con diligencia en la realización del acto médico en favor de la seguridad del paciente, coadyuva a interpretar las infecciones como casos fortuitos e inevitables.

Que haya un comité de infecciones intrahospitalarias en la  institución, bien integrado y con vigilancia del tipo de gérmenes y sus resistencias, así como el fomento del lavado de manos por el personal, son garantías legales cuya intención es ofrecer calidad de atención y seguridad para el paciente hospitalizado.

La Red Hospitalaria de Vigilancia Epidemiológica (RHOVE) estrategia nacional de la Secretaría de Salud, ha fortalecido la práctica médica y la vigilancia epidemiológica, lo cual habla bien de esta cruzada nacional en favor de la seguridad del paciente.

Se dice con frecuencia, sobre todo en las salas de terapia intensiva que “contraer una infección dentro del hospital es a veces el precio que tiene que pagarse por salvar una vida”.

Ante esta realidad y respetando la autonomía del paciente debería informarse a él y a sus familiares de la posibilidad de infecciones antes de ingresarlo al hospital. Es una obligación moral, legal y deontológica.

Para leer más:

Tapia R. Infecciones nosocomiales. Salud Pública Méx 1999; 41(1):3-4

 

 

 

 

 


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