Los pilares de la práctica médica siempre han sido el cuidado y la seguridad del paciente. Sin embargo, en las últimas décadas se ha deteriorado sobremanera la relación médico-paciente.
Desgraciadamente esta relación ha venido a menos por múltiples factores, incluyendo el auge creciente de la tecnología y, desde el punto de vista de la atención institucional, la presión por incrementar la productividad a costa de la calidad de atención médica.
Agregado a estas observaciones, no se puede uno sustraer al incremento de demandas por mala práctica, sobre todo de algunos países como Estados Unidos de América, en donde se registran alrededor de 1 por cada 300 ciudadanos americanos.
Queriendo ver la cara positiva de las demandas se podrían plantear 3 justificaciones: 1) fomentar en mayor grado las prácticas seguras, 2) compensar a las personas afectadas por una negligencia médica, y 3) ejercer una justicia correctiva.
Sin embargo, la respuesta tanto de los médicos como de las aseguradoras ha sido contrastante; lejos de ofrecer mejores condiciones para la práctica médica, ha orillado al médico a ofrecer una medicina defensiva de alto costo económico y altamente invasiva, y por parte de las aseguradoras una póliza de seguro inalcanzable e injustificada.
Por otro parte, la proliferación de abogados promotores de las demandas les ha facilitado un jugoso negocio a expensas de los médicos y los pacientes.
Y en algunos estados americanos las sentencias han rebasado el límite de lo imaginable, al grado de responsabilizar al médico de haber prescrito medicamentos a un conductor que atropelló a un individuo bajo efecto medicamentoso. Sería comparable como responsabilizar al cantinero de los atropellos de un conductor ebrio.
Fomentar y fortalecer las instancias de justicia alterna, como Cames, para resolver conflictos por la vía de la mediación y buen entendimiento, estimulan la cordialidad y exhiben la verdadera dimensión de las relaciones humanas.
Para leer más…
Loughlin K. Medical Malpractice: The Good, the Bad, and the Ugly. Urol Clin N Am 36 (2009) 101–110